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El primer ministro holandés pide perdón a sus cascos azules por las consecuencias de la masacre de Srbrenica

Rutte defiende que los militares se enfrentaban a una "misión imposible" de proteger a los civiles de las fuerzas serbobosnias

MADRID, 19 (EUROPA PRESS)

El primer ministro holandés, Mark Rutte, ha pedido perdón este fin de semana a los veteranos de la guerra de los Balcanes por las consecuencias morales que han padecido desde hace más de un cuarto de siglo por el papel de las fuerzas del país en la matanza de Srebrenica, cuyas víctimas fueron abandonadas a su suerte por 400 'cascos azules' holandeses de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) que se retiraron y les dejaron desprotegidos antes de la masacre.

Rutte indicó que las fuerzas holandesas del destacamento Dutchbat III actuaron entre la espada y la pared con "un mandato, equipo y apoyo militar inadecuados" de cara a una misión que "finalmente resultó imposible de llevar a cabo", en un discurso en el que eximió de culpa a los veteranos: "Los únicos responsables del genocidio fueron los serbobosnios".

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La presencia de las fuerzas de paz holandesas no intimidó a las fuerzas del temible comandante serbobosnio Ratko Mladic, que entraron en la ciudad el 11 de julio de 1995 y, tras negociar con los pacificadores la retirada de la zona, procedieron a ejecutar a unos 8.100 hombres, jóvenes y niños. Las mujeres y las niñas fueron trasladadas, tras arduas negociaciones con la ONU, a territorio bosniaco.

El Tribunal Supremo holandés dictaminó en 2019 que el Estado tenía una responsabilidad limitada por la muerte de aproximadamente 350 hombres que llegaron a rogar por la entrada en la base de las fuerzas holandesas, solo para ser expulsados de allí y acabar cayendo en manos de las fuerzas serbobosnias.

"El mundo les falló, de la manera más terrible. Para más de 8.000 hombres y niños, no había protección, ni refugio seguro. Y nosotros en Países Bajos estaremos siempre conectados con ellos por la historia. Hoy y todos los días", lamentó el primer ministro en su discurso en Schaarsbergen, donde se guardó un minuto de silencio por las víctimas civiles en Srebrenica y los dos soldados holandeses que murieron.

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