MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
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Un equipo liderado por el NIST (National Institute of Standards and Technology), en Estados Unidos, ha estado tratando de averiguar qué es lo que enturbia y compromete el rendimiento de las diminutas y finas membranas metálicas que filtran la luz solar cuando entra en los detectores que vigilan los rayos ultravioleta (UV) del Sol.
Estos detectores pueden avisarnos de inminentes tormentas solares (ráfagas de radiación procedentes de la superficie del Sol) que podrían llegar a la Tierra y perturbar temporalmente las comunicaciones o interferir en las lecturas del GPS.
El año pasado, el equipo refutó la teoría predominante: que este problema era debido a una acumulación de carbono en la superficie de los filtros procedente de fuentes orgánicas estibadas en el satélite.
OXIDACIÓN CAUSADA POR EL AGUA
Ahora, en una serie de tres nuevos artículos, el mismo equipo --en el que participa el Laboratory for Atmospheric and Space Physics (LASP)-- ha presentado argumentos sólidos a favor de lo que creen que es el verdadero culpable: la oxidación causada por el agua, que junto con la luz ultravioleta del Sol está produciendo una gruesa capa de óxido de aluminio -mucho más gruesa de lo que se creía posible- que bloquea los rayos entrantes.
Además, los investigadores creen haber identificado la fuente del agua: las mantas térmicas, que se utilizan para controlar la temperatura de los instrumentos de una nave espacial. Esta información podría ayudar a los científicos a mejorar el rendimiento de futuros satélites que dependan de este tipo de filtros, quizá añadiendo hardware que limite la exposición de los filtros a la zona que rodea las mantas térmicas, o utilizando materiales diferentes como parte de los propios filtros.
El primero de los tres artículos se publicó en Solar Physics.
"Que yo sepa, somos los únicos que estudiamos la oxidación de los filtros debida a la exposición a la luz ultravioleta", afirma en un comunicado Charles Tarrio, del NIST.
Demostrar que el agua es la responsable del problema "fue una especie de golpe uno-dos", dijo el físico del NIST Robert Berg. "El primer golpe consistió en demostrar físicamente que este proceso químico en el que interviene el agua puede causar algo comparable a lo que vemos que ocurre en los satélites. Y el segundo es que, una vez creado un modelo teórico que lo tiene todo en cuenta, los números coinciden cuantitativamente con lo que vemos en los satélites".
"Poniendo todo junto, estoy convencido", dijo Berg. "El agua es responsable de la degradación del filtro".