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¿Qué papel juegan los países más ricos en la “esclavitud moderna”?

Miles de personas siguen siendo obligadas a trabajar o a casarse pese a sus altos niveles de desarrollo económico, igualdad de género y bienestar social

Los 20 países más ricos del mundo impulsan los trabajos forzosos y son responsables de aproximadamente la mitad de los 50 millones de personas que se estima viven en “esclavitud moderna”, según con un reporte de la fundación Walk Free.

El mismo señala que seis miembros del Grupo de los 20 naciones más ricas del mundo tienen el mayor número de esclavos modernos, ya sea por trabajos o matrimonios forzosos. India lidera la lista con 11 millones de personas, seguida por China (5.8 millones), Rusia (1.9 millones), Indonesia 1.8, Turquía 1.3 millones y Estados Unidos con 1.1 millones.

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“La mayoría de los países con la menor prevalencia de esclavitud moderna también son miembros del G20”, señaló el informe. “Sin embargo, incluso en esos países, miles de personas siguen siendo obligadas a trabajar o a casarse pese a sus altos niveles de desarrollo económico, igualdad de género, bienestar social y estabilidad política, así como sólidos sistemas de justicia penal”.

Un reporte el pasado septiembre de la Organización Internacional para las migraciones y la Organización Internacional del Trabajo, de Naciones Unidas, junto con Walk Free, estimó que 50 millones de personas vivían en “esclavitud moderna”, 28 millones en trabajos forzosos y 22 en matrimonios forzosos, al final de 2021. Era un aumento de 10 millones de personas en cinco años desde el final de 2016.

“La esclavitud moderna permea todos los aspectos de nuestra sociedad”, dijo la fundadora de Walk Free, Grace Forrest, en un comunicado. “Está entrelazada en nuestras ropas, ilumina nuestros dispositivos electrónicos y condimenta nuestra comida”, y “es un espejo que sostener ante el poder, que refleja quién lo tiene y quién no en cualquier sociedad”.

Esto es más evidente en las cadenas globales de suministro, donde las naciones del G20 importan cada año productos por valor de 468 millones de dólares considerados “en riesgo” de ser producidos con trabajos forzosos, como prendas, electrónica, aceite de palma, paneles solares y productos textiles, señaló el reporte.

Walk Free tiene sede en Australia, incluye en su reporte de 172 páginas estimaciones de esclavitud global en 160 países a partir de miles de entrevistas con sobrevivientes recopiladas a través de estudios nacionales y análisis sobre la vulnerabilidad de cada país.

El incremento en casi 10 millones de personas obligadas a trabajar o a casarse refleja el impacto de varias crisis simultáneas: “conflictos armados más complejos, degradación generalizada del medio ambiente, ataques a la democracia en muchos países, un retroceso global en los derechos de las mujeres y los impactos económicos y sociales de la pandemia del COVID-19”.

Esos factores afectan duramente a la educación y el empleo, lo que a su vez aumenta la pobreza extrema y la migración forzosa e insegura, “que en conjunto elevan el riesgo de todas las formas de esclavitud moderna”, señaló el reporte.

Los países con mayor prevalencia de esclavitud moderna al final de 2021 eran Corea del Norte, Eritrea, Mauritania, Arabia Saudita y Turquía.

“La mayoría de los gobiernos del G20 no hace suficiente para garantizar que la esclavitud moderna no está implicada en la producción de bienes importados a sus países y en las cadenas de suministro de las compañías con las que trabajan”, señaló.

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Uno de los objetivos de Naciones Unidas adoptados en 2015 por líderes mundiales era acabar con la esclavitud, el trabajo forzoso y el tráfico de personas para 2030. Pero Walk Free dijo que el incremento considerable en el número de personas que sufren esclavitud moderna y la falta de avances en medidas gubernamentales hace patente que la meta está aún más lejos de alcanzarse.

“Walk Free pide a los gobiernos de todo el mundo que aumenten sus esfuerzos para poner fin a la esclavitud moderna en sus orillas y sus cadenas de suministro” dijo Forrest. “Lo que necesitamos ahora es voluntad política”.

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