MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
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Un nuevo estudio de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, arroja luz sobre las emisiones atmosféricas reales de metano procedentes de los lagos y humedales del Ártico, que son grandes productores de este gas, pero que en gran medida permanecen sin cartografiar, según publican los investigadores en la revista 'Geophysical Research Letters'.
Utilizando imágenes aéreas y por satélite de alta resolución sin precedentes de la NASA -y aprovechando la tecnología para superar los obstáculos que plantean el gran tamaño de la región y las numerosas formaciones naturales de tierra que son importantes productoras de metano-, un par de investigadores elaboraron nuevas estimaciones y descubrieron que estos lagos no cartografiados no son los grandes emisores de metano que las investigaciones anteriores habían hecho parecer.
Según el estudio, en lugar de contribuir a cerca del 40% de las emisiones de metano de la región, los pequeños lagos no cartografiados sólo aportan alrededor del 3%.
En lo que respecta a los gases de efecto invernadero, el metano es uno de los principales responsables. No sólo es muy abundante, sino que es unas 25 veces más potente que el dióxido de carbono a la hora de atrapar el calor en la atmósfera, por eso es tan importante controlar las emisiones de metano, y más aún en el Ártico, que es la región del planeta que más rápidamente se está calentando.
"Lo que la investigación ha demostrado es que estos lagos más pequeños son los mayores emisores de metano por superficie, lo que significa que, aunque ocupan una pequeña parte del paisaje, tienen un nivel desproporcionado de emisiones", afirma en un comunicado Ethan D. Kyzivat, que dirigió el estudio como parte de su doctorado en Brown.
"Tradicionalmente, no hemos tenido una buena imagen de cuánta superficie ocupan, pero este nuevo conjunto de datos de alta resolución nos ayudó a ampliarla para hacer por fin esas estimaciones con mucha más precisión", añade.
Estos nuevos hallazgos contradicen cerca de 15 años de investigación basada en conjuntos de datos más antiguos con una calidad de resolución mucho menor. En los datos antiguos, el número de lagos pequeños que podían verse se extrapolaba estadísticamente para obtener estimaciones de la región sobre el número total de lagos pequeños no cartografiados y la cantidad de metano que emitían.
El nuevo análisis de las imágenes aéreas demostró a los investigadores, entre los que se encontraba Laurence C. Smith, profesor de Brown, que hay muchos menos lagos pequeños sin cartografiar de los que se estimaban anteriormente, lo que reduce en gran medida la cantidad acumulada de metano que se pensaba que emitían.
El estudio se centra en los lagos pequeños de una décima parte de kilómetro cuadrado o menos, lo que equivale a unos 20 campos de fútbol. Kyzivat, que ahora es investigador postdoctoral en la Universidad de Harvard, pasó más de dos años trabajando en el estudio, inicialmente recopilando los datos mientras realizaba su máster y analizando y escribiendo el artículo mientras realizaba su doctorado en Brown.
El proyecto comenzó como un intento de buscar lagos ocultos en el Ártico, pero se fue transformando a medida que los investigadores examinaban los datos con más detenimiento. El trabajo, que consistió en combinar los datos aéreos de alta resolución con un mapa global de los lagos de la región ártica, también descubrió un par de resultados inesperados pero bienvenidos.
El estudio, por ejemplo, muestra que muchos lagos pequeños y grandes se siguen contabilizando dos veces como humedales. Esta doble contabilización influye en las estimaciones de emisiones de metano de la región, pero los investigadores creen que el problema es de menor magnitud de lo que se pensaba, ya que se ha descubierto que hay menos lagos pequeños sin cartografiar.
En el campo de la modelización del metano, hay dos corrientes de pensamiento muy extendidas. Una son las estimaciones "ascendentes", que modelizan las emisiones de metano a partir de mapas de la Tierra, como hacen los investigadores aquí.
El otro método son las estimaciones "descendentes", que modelizan el metano a partir de mediciones atmosféricas. Según Smith, desde hace más de una década existe una discrepancia desconcertante entre las cifras que arrojan estos dos métodos.
Las nuevas cifras del análisis pueden ayudar a reconciliar los dos puntos de vista opuestos cerrando la diferencia entre ellos.
"Probablemente han sido 15 o 20 años de enfrentamientos, pero la conclusión es que ahora la resolución de los satélites permite a la comunidad 'ascendente' determinar mucho mejor cuánto metano se emite realmente", afirma Smith, catedrático de Estudios Ambientales y de Ciencias de la Tierra, Medioambientales y Planetarias.
"Ahora podemos ver realmente las masas de agua más pequeñas y no son tan abundantes como extrapolábamos" --prosigue--. El resultado final de todo esto va a reducir las estimaciones ascendentes para hacerlas más acordes con las descendentes. Va a unificar estas dos comunidades".
Por todo ello, Kyzivat y Smith consideran el trabajo del estudio financiado por la NASA como una prueba de concepto y ahora pretenden ampliar su técnica de modelización del metano a otras partes del mundo.