Al tiempo que la indignación por la muerte de Alexei Navalny, duro crítico del Kremlin, resuena en todo el mundo, el presidente ruso Vladímir Putin hace oídos sordos a la ira en Occidente, al tiempo que se prepara para extender su gobierno de 24 años en las elecciones del mes próximo y la policía sigue acallando cualquier intento de protesta en toda Rusia.
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Estados Unidos y sus aliados sopesan imponer nuevas sanciones contra Rusia por la muerte de Navalny y las acciones recientes del Kremlin en Ucrania. Pero mientras la ayuda estadounidense a este país sigue estancada en el Congreso y los aliados de la OTAN en Europa batallan para compensar el faltante, muchos se preguntan qué es lo que Occidente puede hacer realmente para detener al líder ruso, dado que muchas rondas anteriores de sanciones no lo han logrado.
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El gobierno estadounidense y los países aliados de la OTAN han ponderado nuevas medidas para aumentar el apoyo a Ucrania, donde el ejército ruso obligó recientemente a las tropas ucranianas a retirarse de un bastión clave en el este del país tras una feroz batalla de cuatro meses. Los aliados analizan formas de aumentar el costo de la guerra para Rusia, con el fin de obligar a Putin a retroceder.
Pero el mandatario de 71 años prometió seguir adelante, negándose a renunciar a cualquiera de sus triunfos y declarando la semana pasada en una entrevista con Tucker Carlson, exconductor de Fox News, que Occidente se verá obligado “tarde o temprano” a negociar un acuerdo según los términos del presidente ruso.
La muerte de Navalny muestra la “completa crueldad y desprecio de Putin… tanto por la opinión occidental como por la internacional”, dijo Nigel Gould-Davies, exembajador del Reino Unido en Bielorrusia y miembro sénior para Rusia y Eurasia en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres. Rusia anunció la muerte de Navalny el viernes, justo cuando los mandatarios de Occidente sostenían una conferencia de seguridad en Múnich.
Gould-Davies subrayó que la muerte de Navalny debe servir como una “señal de alerta” para los legisladores republicanos que se oponen a la ayuda para Ucrania en el Congreso y también para alentar a los aliados europeos de la OTAN a incrementar su ayuda a Ucrania.
“Al final, todo depende de las lecciones que Occidente aprenda”, añadió.
Pero la muerte de Navalny no pareció conmover el viernes al presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos para comprometer un paquete de ayuda propuesto por 61.000 millones de dólares para Ucrania, considerado indispensable para que ese país logre la victoria.
A pesar de que su triunfo está casi asegurado, Putin teme a la interferencia de Occidente en la elección y veía a Navalny como “un adversario manipulado por Occidente para socavar los intereses nacionales y estatales”, dijo Tatiana Stanovaya, miembro de alto nivel del Centro Carnegie para Rusia y Eurasia.
Para muchos rusos, Navalny fue un poderoso símbolo de esperanza, afirmó Mark Galeotti, director de la empresa consultora Mayak Intelligence, con sede en Londres, transmitiendo, aún desde su remota prisión en el Ártico, una visión de la “bella Rusia del futuro”, un lema que desafiaba el mensaje del Kremlin a los rusos de “simplemente sobrevivir, simplemente agachar la cabeza”.
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La periodista de The Associated Press Danica Kirka contribuyó a este despacho desde Londres.